Estamos viviendo una época en donde existe un verdadero auge de la Cirugía Plástica. Antes sólo se recurría a esta especialidad en casos extremos, para solucionar defectos congénitos, daños accidentales o secuelas de enfermedades. Es decir, se practicaba Cirugía Reparadora.
Luego comenzó a ganar terreno la Cirugía Estética, con fines puramente cosméticos, pero era una práctica a la que solamente tenían acceso las personas de altas clases sociales y famosos.
Hoy, millones de personas consultan al Cirujano Plástico porque desean embellecer o atenuar las huellas que el paso del tiempo deja en sus cuerpos o rostros.
El afan de la belleza y juventud puede parecer frívolo, pero no lo es. La gente anhela operarse porque experimenta una sensación de disconformidad con su ser, algo que la hace sentir inferior frente a los otros, porque siente que tiene un defecto que la afea.
La Cirugía Estética no sólo corrige estas anomalías objetivas sino que, al embelllecer, rejuvenecer o mejorar la cara o el cuerpo, le brinda a la persona mayor autoconfianza, produce una transformación psicológica positiva. Por esto es que la especialidad se ubica en el límite entre lo psíquico y lo somático ya que sus efectos son tanto externos como internos.
El Cirujano Plástico es un artista que interpreta los deseos de sus pacientes y, utilizando de una tecnología quirúrgica de avanzada, los hace realidad. Como el escultor, modela cuerpos y rostros buscando la armonía y mostrando la belleza.